¿Por qué es tan importante la osteopatía pediátrica?
A un bebé, al igual que a un adulto, se le puede tratar desde sus primeras semanas de vida tanto si ha sido un parto vaginal como una cesárea. ¿Por qué? Porque ya dentro del útero, cuando el feto se encaja en la pelvis de la madre y depende de cómo se encaje, se ve sometido a presiones en diferentes partes de su cuerpo (espalda, cabeza, cuello, caderas).
Además, a su paso por el canal del parto, el cuerpo del bebé también sufre compresiones tanto transversales, verticales y torsionales, y tracciones importantes.
Tanto para la madre como para el bebé el parto es un proceso traumático y supone un gran esfuerzo.
El recién nacido podría recuperarse de forma fisiológica del proceso del parto si este fuera completamente “natural”, es decir, un parto sin medicamentos, sin epidural, no instrumentalizado (sin fórceps, espátulas o ventosas), sin aplicación de fuerzas externas sobre el vientre de la madre… Pero, ¿qué nos encontramos hoy en día? Que muy pocos partos son así. Suelen ser partos largos y, en ocasiones, difíciles, medicalizados, demasiado medicalizados, instrumentalizados, en posiciones antinaturales… En conclusión, partos poco fisiológicos.
Todo esto deja señales en el recién nacido (y en la madre) que un osteópata ha de revisar, valorar y tratar.
¿Cuándo llevar al recién nacido al osteópata?
Todos los recién nacidos deberían de acudir a una sesión de osteopatía pediátrica para revisar, valorar y, en el caso de que fuera necesario, tratar, y así evitar futuras complicaciones.
Lo ideal es desde los primeros quince días hasta los seis meses, ya que todo lo que tratemos durante ese tiempo va a tener una muy buena evolución y pronóstico. Pasado este tiempo, podemos seguir tratando, pero los resultados no van a ser tan inmediatos.
¿Qué es lo que trata la osteopatía pediátrica?
Una de las partes que más va a sufrir durante el embarazo y durante el parto es la cabeza del bebé. Se producen tensiones membranosas que pueden originar problemas como:
-Asimetrías craneales
-Plagiocefalias, tortícolis
-Problemas de deglución que pueden interferir en la lactancia materna
-Cólico del lactante
-Problemas digestivos: reflujo, gases, estreñimiento
-Otitis y bronquiolitis
Si esto no se trata a tiempo, las tensiones que han afectado al cuerpo del bebé pueden convertirse en futuros problemas durante la infancia y la edad adulta.
Como siempre, más vale prevenir que curar. En «SACRUM Fisioterapia + Osteopatía» estaremos encantados de recibir a vuestros bebés y ayudaros en todo lo que esté en nuestras manos.
Ana Patricia Vidal
Col. 4830


